“El TDAH es un trastorno neurobiológico que va más allá de la incapacidad para quedarse quieto, afectando profundamente la capacidad del individuo para regular sus emociones y acciones”
Ned Hallowell, M.D., experto en TDAH
El TDAH, más que un simple desafío en la capacidad de permanecer quieto o prestar atención, es un trastorno neurobiológico que incide profundamente en la regulación de las emociones y comportamientos del individuo. Según el Dr. Ned Hallowell, experto reconocido en el tema, este trastorno afecta diversas áreas del cerebro, especialmente aquellas que controlan la inhibición, la motivación y la ejecución de tareas. Esto significa que las personas con TDAH no solo luchan con la hiperactividad o la inatención, sino que también enfrentan retos signifi cativos en la gestión de sus respuestas emocionales y la coordinación de acciones en su vida cotidiana.
El impacto del TDAH va más allá de los problemas escolares o laborales; se extiende a las relaciones personales y la autoestima del individuo. Hallowell enfatiza que, sin el apoyo adecuado, los individuos con TDAH pueden experimentar una serie de emociones negativas relacionadas con la frustración constante y la incomprensión de sus propias acciones. Sin embargo, con intervenciones apropiadas, como terapias conductuales, medicación y estrategias de apoyo personalizado, los afectados pueden mejorar significativamente su capacidad para controlar sus impulsos y llevar una vida más plena y productiva.
El Dr. Hallowell aboga por un enfoque comprensivo y empático hacia el TDAH, promoviendo la educación y sensibilización sobre cómo este trastorno afecta no solo a quienes lo padecen, sino también a sus familias y comunidades. Al entender el TDAH como una condición que involucra complejas interacciones cerebrales y no simplemente como un problema de comportamiento, se pueden desarrollar mejores estrategias de intervención que aborden las necesidades específi cas de cada individuo.
El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurobiológico y del neurodesarrollo que se diagnostica en la infancia, aunque puede persistir en la vida adulta, y que se caracteriza por presentar los llamados síntomas nucleares en el TDAH: hiperactividad (actividad motora excesiva a lo esperado para la edad y desarrollo), impulsividad (actúan sin reflexión previa) y dificultades de atención. Tiene una base genética y es de naturaleza crónica.
Destacar que, en personas con TDAH, puede existir un predomino de síntomas sobre otros o incluso coexistir.
La dificultad real no es prestar atención, sino sostenerla por un tiempo prolongado. Las personas con TDAH, prestan atención a muchas cosas al mismo tiempo, desvían la mirada durante las conversaciones, dan la impresión de desinterés o no escuchar, pues mientras conversan, su mente está divagando en sus pensamientos. Frecuentemente se despistan, olvidan nombres de personas, teléfonos, direcciones y pierden objetos.
La inatención es uno de los principales motivos del fracaso académico, puesto que la inteligencia no está comprometida.
En los adultos la hiperactividad se convierte en inquietud mental y exceso de pensamientos. Algunos mueven excesivamente las manos y los pies. Estas personas tienen una necesidad constante de ocupación, frecuentemente están organizando y cambiando objetos de lugar, suelen empezar una tarea, se distraen y empiezan otra, al final empiezan varias y no terminan ninguna, o las terminan a destiempo y/o cometiendo errores por descuido.
Se caracteriza por una deficiencia en el control inhibitorio de los impulsos y de la conducta, baja tolerancia a la frustración, aversión a la demora, a la espera, irritabilidad, explosiones de cólera, dificultad en posponer recompensas (alimentos, sustancias, compras, etc.).
De los tres síntomas que caracterizan el TDAH: falta de atención, hiperactividad e impulsividad, que se mantienen en la edad adulta en la mayoría de los casos, la hiperactividad tiende a disminuir con los años.
Sin embargo, el otro núcleo de síntomas que siempre persiste puede causar importantes dificultades en varios ámbitos de la vida de los adultos, como son, por ejemplo, las relaciones sociales y el trabajo.
Casi todas las personas padecen algunos síntomas similares a los propios del TDAH en algún momento de sus vidas. Si tus dificultades son recientes o solo ocurrieron de forma ocasional en el pasado, es probable que no tengas TDAH. Solo se diagnostica el TDAH cuando los síntomas están suficientemente presentes como para causar problemas continuos en más de un área de tu vida.
El origen de estos síntomas persistentes y perturbadores puede rastrearse hasta la primera infancia.
Si encuentras dificultades para concentrarte, tu comportamiento es calificado por las personas de tu entorno más cercano como de hiperactivo e impulsivo y, además éste te genera conflictos y dificultades en el día a día, puede que sea necesario que acudas a tu médico de familia. Este hará una primera evaluación y valorará si debe remitirte a un profesional que pueda iniciar el proceso diagnóstico, en caso de que no fueras diagnosticado en la infancia.
Hasta hace pocos años, persistió una creencia errónea en la comunidad científica, donde se pensaba que el TDAH era una condición infantil que remite espontáneamente con la pubertad. El hecho supuso un retraso en las investigaciones contribuyendo de forma significativa a la creación de falsos mitos, al desconocimiento generalizado, tanto dentro como fuera del ámbito científico, así como el infradiagnóstico actual existente de este trastorno en la edad adulta.
¿Cuáles son los motivos?
La similitud de los síntomas entre el TDAH, los trastornos del estado de ánimo, la ansiedad y el abuso de sustancias dificulta su diferenciación, lo que representa una barrera para el diagnóstico y tratamiento adecuados. El estrés, la depresión, la ansiedad podrían manifestarse como consecuencia de un TDAH no diagnosticado ni tratado.
Muchas personas con TDAH reciben equivocadamente tratamiento para los trastornos del estado de ánimo comórbidos.
Todo ello se traduce en que el 31,5 % de los pacientes remitidos por depresión resistente al tratamiento cumplen criterios de depresión comórbida de un TDAH no diagnosticado.
Los adultos con TDAH, por lo general, no acuden a consulta porque no sospechan padecer del trastorno, pues muchos de ellos llegan a la edad adulta sin ser diagnosticados. En su lugar, acuden por presentar problemas de pareja, dificultades laborales, consumo de drogas, incapacidad para controlarse o por síntomas asociados a otros trastornos como depresión o ansiedad.
Para diagnosticar a una persona de TDAH deben cumplirse los criterios establecidos en las dos clasificaciones internacionales más reconocidas y que recogen este trastorno: El CIE-11 y el DSM-5.
CIE: Clasificación Internacional de Enfermedades (versión correspondiente en español del ICD: International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems). Editado por la OMS.
DSM: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, en español se puede traducir como Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Editado por la Asociación Americana de Psiquiatría.
No hay un marcador biológico para diagnosticar el TDAH. Es decir, no se puede diagnosticar mediante análisis de sangre u orina o con pruebas de imagen como el TAC. El instrumento principal que se utiliza es la entrevista clínica.
Dada la evidencia de la importante carga genética del TDAH*, es conveniente realizar una historia médica detallada tanto personal como familiar.
*En la actualidad se considera que un 80%de los casos de TDAH se deben a factores de origen hereditario, estimándose que cuando uno de los progenitores está afectado la probabilidad de presentar este trastorno se multiplican por 8,2.
En el 90% de los adultos con TDAH, existe una superposición sintomática considerable con trastornos psiquiátricos siendo el diagnóstico diferencial con las comorbilidades una de las dificultades en la evaluación, lo que conlleva a diagnósticos erróneos en consultas de psiquiatras con una elevada frecuencia.
TDAH y Trastorno del estado de ánimo (depresión, ansiedad)
Las personas con TDAH, sufren de angustia, inquietud mental, agotamiento y sensación de fatiga astenia (no anhedonia). Los síntomas del TDAH están presentes desde la infancia y acompañan al individuo a lo largo de su vida, sin que sea necesario un desencadenante previo, como suele ocurrir con el trastorno depresivo o ausencia de espontaneidad o interés por interactuar y/o socializar, que caracterizan el TEA, no están presentes en el TDAH.
TDAH y Trastorno Obsesivo compulsivo (TOC)
Las personas con TDAH, aunque desconocen padecer del trastorno, viven en una rutina constante en la búsqueda de mecanismos para compensar sus dificultades, sus olvidos, despistes, distracciones, por lo que pueden adquirir rutinas rígidas, que se pueda confundir con un TOC. Este tipo de comportamiento en el TDAH, no es patológico, disfuncional, obsesivo ni autolesivo.
TDAH y Trastorno de la personalidad
La impulsividad o la dificultad de socialización en el TDAH, se puede confundir con un trastorno limítrofe, o antisocial de la personalidad en adultos, o con el trastorno negativista desafiante en niños. La diferencia estriba en que, en el TDAH, no hay psicosis, ideas hostiles o autolíticas, elevada dependencia emocional, no practican crueldades, son conscientes de sus actos, sienten empatía, remordimientos por sus errores, no violan normas sociales, etc. La criminalidad u otros tipos de conductas delictivas en este grupo de personas, suele estar vinculado a la drogadicción.
TDAH y Trastorno bipolar
Los síntomas de TDAH grave, pueden confundirse con un episodio maníaco del trastorno bipolar; sin embargo, en el TDAH no hay euforia, delirios, alucinaciones, oscilaciones bruscas del estado de ánimo, ni ningún síntoma psicótico.
TDAH y Trastorno del Espectro autista (TEA)
TDAH y TEA, presentan dificultad de interacción social, movimientos estereotipados en la infancia (TDAH), ausencia de contacto ocular (TEA) o dificultad en mantenerlo por inatención (TDAH); sin embargo, las dificultades en la percepción de las señales de comunicación (verbal, faciales, tonal, gestual, lenguaje), rigidez cognitiva, escasa o ausencia de espontaneidad o interés por interactuar y/o socializar, que caracterizan el TEA, no están presentes en el TDAH.
Aunque la existencia de un TDAH de inicio en la adultez es ya un fenómeno ampliamente aceptado en la comunidad científica, la controversia gira en torno a la siguiente cuestión: ¿qué relación tiene este trastorno con el TDAH de inicio en la infancia? Existen 2 posibilidades:
Los datos extraídos de una encuesta mundial muestran que aproximadamente un 50% de los niños y adolescentes con TDAH (rango: 32,8% – 84,1% según los diferentes países) sigue cumpliendo los criterios para el TDAH en la edad adulta. La persistencia del TDAH en la edad adulta estaba fuertemente relacionada con diversas variables como el perfil de los síntomas de TDAH en la infancia, la gravedad de los síntomas y la existencia de comorbilidades con otros trastornos.
Sin embargo, los resultados de otros estudios posteriores plantean la posibilidad de que bastantes de los adultos que se valoran y diagnostican con los síntomas de TDAH no tendrían un trastorno del desarrollo neurológico de inicio en la infancia. En consecuencia, establece que para diagnosticar este trastorno es imprescindible que los síntomas hayan comenzado antes de los 12 años.
Cada uno de ellos está representado por un elemento de la cuadrícula.
El panel izquierdo muestra el número de diagnósticos recibidos durante la infancia (6%)
El panel derecho muestra el resultado de volver a realizar un diagnóstico de TDAH, pero excluyendo el criterio de la edad de inicio de síntomas. Como era de esperar, los resultados mostraron un 6% de diagnósticos de TDAH en la infancia y un 3% de adultos, porcentajes cercanos a los establecidos para ambas etapas.
La sorpresa llegó cuando se observó que ambos grupos de personas con TDAH estaban compuestos por personas completamente distintas. Concretamente: solo un 5% de quienes fueron diagnosticados de TDAH mantuvieron el diagnóstico de adultos, mientras que el 90% de personas adultas con TDAH no habían recibido el diagnóstico de niños.
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Estos hallazgos llevarían a replantear cómo se evalúa el trastorno actualmente y centrar los nuevos estudios en investigar las causas del TDAH en adultos que no han tenido diagnóstico de inicio en la infancia.
Los datos provenientes de un gran estudio basado en registros realizado en Suecia sugieren que la comorbilidad en el TDAH tiene sus raíces en factores genéticos/familiares.
Una posible explicación es que el TDAH y los trastornos del estado de ánimo se derivan de una neurobiología similar. Las investigaciones han demostrado que hay regiones similares del cerebro que están involucradas en el TDAH y los trastornos psiquiátricos.
Los estudios de neuroimagen han mostrado diferencias en el volumen y la actividad en el lóbulo frontal, que es responsable de la atención, la selección de la conducta y la emoción.
Las alteraciones estructurales y funcionales encontradas en pacientes con TDAH en áreas cerebrales relacionadas con los circuitos de recompensa, así como con la regulación de la impulsividad y de las funciones ejecutivas, guardan una relación estrecha con los síntomas de estos pacientes.
Estas alteraciones también podrían relacionarse con la comorbilidad entre el TDAH y otros diagnósticos como el abuso de sustancias o los trastornos de la personalidad antisocial y límite.
Las comorbilidades psiquiátricas más comunes con el TDAH en adultos son la depresión, los trastornos de ansiedad, el trastorno bipolar, los trastornos de uso de sustancias (TUS) y los trastornos de personalidad.
Los datos de prevalencia de estas comorbilidades varían de un estudio a otro en función de la tipología de población con TDAH estudiada, pero están en torno a los siguientes porcentajes:
34%
cualquier trastorno de ansiedad
22%
13%
cualquier trastorno del comportamiento
11%
trastornos por consumo de sustancias
La evidencia de grandes encuestas, registros y estudios sobre la presencia de TDAH, trastornos del estado de ánimo y TUS en adultos con TDAH muestra que estos trastornos, comunes en adultos, son mucho más frecuentes en personas con TDAH en comparación con aquellos sin TDAH. Este hallazgo corrobora resultados anteriores basados en muchos estudios más pequeños en los que se comparó a adultos con TDAH frente a otros sin TDAH. Al agrupar los estudios, los análisis arrojan los siguientes riesgos relativos o probabilidad de presentar estos trastornos cuando se tiene TDAH:
x5
ANSIEDAD
x4,5
DEPRESIÓN MAYOR
x8,7
TRASTORNO BIPOLAR
x4,6
TUS
El TDAH como un espectro
A pesar de la prevalencia relativamente alta del TDAH en adultos, solo el 11% de los pacientes adultos reciben tratamiento debido a múltiples factores, entre ellos, la falta de búsqueda de asesoramiento médico, el diagnóstico erróneo y/o el tratamiento del trastorno asociado en lugar del TDAH.
Las características superpuestas y distintivas de los trastornos asociados más comunes en Adultos con TDAH se resumen en la siguiente figura.
Dada la superposición considerable entre estos trastornos, se ha propuesto la conceptualización del TDAH como un espectro que utiliza un enfoque dimensional en lugar de categórico, o exclusivo, para su diagnóstico y el tratamiento.
Este marco está en consonancia con el trabajo en otras áreas de la psiquiatría y con el último DSM-5. El objetivo de este enfoque dimensional como espectro facilitará la investigación en salud mental y permitirá conocer mejor las dimensiones básicas del funcionamiento del comportamiento humano.
El Trastorno por Uso de Sustancias (TUS) es la segunda comorbilidad con mayor prevalencia en pacientes adultos con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
En concreto:
Además, el consumo de nicotina y el exceso de cafeína utilizados con fines estimulantes son también frecuentes.
El TDAH supone tener 8 veces mayor riesgo de consumir cánnabis
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Frente a pacientes que presentan TUS, pero no TDAH, los que presentan ambos trastornos muestran:
En concreto, el abordaje del TDAH se debe realizar con la mayor rapidez posible
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Personas con marcadores poligénicos de alto riesgo de TDAH tienen 1,26 más probabilidad de sufrir TCAlcohol presenten o no TDAH
Los factores genéticos compartidos podrían explicar hasta el 64 % de la dualidad TDAH-TCAlcohol
Pacientes con TDAH-TCAlcohol–TB: Dificultad para diagnosticar el TDAH por solapamiento de síntomas
El TDAH, el TCAlcohol, así como la comorbilidad presente implican la necesidad de realizar un tratamiento integrado y de carácter multidisciplinar que integre:
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En casos de comorbilidad TDAH + TUS en la elección del tratamiento, el especialista debe valorar la presencia de otras comorbilidades severas como psicosis o trastorno bipolar, TUS grave, trastorno depresivo mayor y trastorno de ansiedad severa.
El TDAH supone un factor de riesgo para desarrollar el TUS, no obstante, el abordaje farmacológico para la dualidad TDAH-TUS con fármacos:
Siniestralidad
Mortalidad
Criminalidad
Depresión
TUS como el uso del cánnabis
Conducta suicida
Criminalidad
La persistencia del TDAH en la edad adulta está fuertemente relacionada con diversas variables como el perfil de los síntomas de TDAH en la infancia, la gravedad de los síntomas y la existencia de comorbilidades con otros trastornos.
Las publicaciones sobre el estudio MTA, el mayor estudio realizado sobre el TDAH, concluyen que la gravedad inicial de los síntomas del TDAH, los problemas de salud mental de los padres y la existencia de trastornos asociados se relacionan con la persistencia de los síntomas del TDAH en la edad adulta.
Abordar estas áreas desde el principio podría ayudar a reducir la persistencia de los síntomas, la disfuncionalidad y los problemas de funcionamiento del TDAH en los adultos.
El MTA también subraya la importancia de hacer un diagnóstico precoz y de pautar un tratamiento eficaz e individualizado basándose en la situación de cada paciente con el fin de evitar riesgos mayores en la edad adulta.
MTA son las siglas por las que se conoce en inglés al estudio sobre tratamiento multimodal del TDAH (Multimodal Treatment of ADHD). Este estudio fue financiado por el Instituto Nacional de la Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) y comenzó en 1997, aunque las primeras publicaciones datan de 1999. Se considera el mayor estudio que se ha realizado sobre el TDAH, ya que aún se publican resultados derivados de su análisis a lo largo de los años y seguimiento de los pacientes.
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Otros estudios encuentran variables emocionales como predictoras de la calidad de vida y de la persistencia de los síntomas, en los pacientes con TDAH cuando llegan a la edad adulta.
Aunque, como se explica a continuación, se han asociado muchas repercusiones negativas graves, una persona con TDAH no experimenta todos, ni siquiera la mayoría, de estos problemas.
Muchos pacientes consiguen alcanzar una vida plena y productiva, especialmente si reciben tratamiento.
No se debe identificar al TDAH como lo que se considera “TDAH destructivo”, ya que todas las repercusiones negativas del TDAH no están presentes en todas las personas. Muchos pacientes consiguen alcanzar una vida plena y productiva, especialmente si reciben tratamiento.
Lo que se describe son resultado de estudios clínicos que tienen como objetivo mostrar la realidad de algunas personas, en términos de porcentaje, con el objetivo de definir un mejor abordaje del TDAH para las personas que conviven con este trastorno.
El TDAH es un trastorno crónico, con repercusiones negativas en casi todos los dominios de la vida
La presencia de TDAH en, al menos, uno de los miembros de la pareja puede contribuir a los problemas en las relaciones íntimas.
Los datos de los estudios realizados en este ámbito muestran que los adultos con historial de diagnóstico de TDAH, en comparación con aquellos sin diagnóstico tienen tres veces más probabilidades de divorcio.
Las irregularidades se manifiestan en una tendencia a conducir antes de la edad permitida, menor respeto a las señales de conducción, exceso de velocidad, aumento de las infracciones al código de circulación y multas frecuentes.
Los adultos con TDAH tienen mayores probabilidades de multas de tráfico por exceso de velocidad y de retirada del permiso de conducir: cuadruplican el número de accidentes respecto al resto de la población.
El TDAH tiene un impacto adverso en la salud, menor esperanza de vida y mayor riesgo de mortalidad.
Cada vez hay más pruebas que vinculan el TDAH con una esperanza de vida más corta: las tasas de mortalidad en personas con TDAH son de dos a cinco veces más altas que en personas sin TDAH además de las causas naturales.
La dificultad en la autorregulación en personas con TDAH aumenta el riesgo de muerte por todas las causas, dada la predisposición a participar en actividades adversas para la salud, como el abuso de sustancias, asumir riesgos, malos hábitos higiénico-dietéticos, etc.
El TDAH se relaciona con el fracaso escolar, las adicciones, los accidentes de tráfico, los embarazos indeseados, las dificultades laborales, etc., y, también, con la agresividad, la violencia indiscriminada, las bandas urbanas, la delincuencia y, finalmente, con la marginalidad y la cárcel.
Ante ello, es necesario preguntarse: El TDAH ¿es siempre destructivo?
Parece que se puede diferenciar entre un TDAH «destructivo», de elevada frecuencia y con habituales problemas legales y un TDAH, que podría denominarse “constructivo”, que cursa sin problemas legales asociados y que, por el contrario, parecería ayudar a los que lo presentan a desarrollar una vida “original”, “singular”, “activa”, “emprendedora”, “artística”, “empresarial”, etc., en la que el éxito social y económico es relativamente frecuente, si bien, es posible que no consigan acomodarse a los valores sociales de “puntual”, “estándar”, como ser “normativo”, “terminar los estudios”, “ser buena pareja”, etc.
En los últimos años, los estudios biográficos de personalidades singulares del mundo científico, literario, artístico, etc. están mostrando que la frecuencia del TDAH “no destructivo” es muchísimo más frecuente de lo que se consideraba hasta fechas relativamente recientes.
La OMS define CALIDAD DE VIDA como:
“la percepción individual de nuestra posición en esta existencia, dentro del contexto de la cultura y sistema de valores en el cual vivimos y su relación con nuestras metas, estándares, intereses y expectativas.”
La calidad de vida está influenciada por la salud física de la persona y su estado psicológico, también por su nivel de independencia, relaciones sociales y por su relación con su entorno.
En los adultos con TDAH, la calidad de vida se ve fuertemente afectada cuando presentan comorbilidades, cuando hay alteraciones de las funciones ejecutivas y, en definitiva, cuando no se ha recibido tratamiento alguno.
Dimensiones de la calidad de vida
Valoración de los indicadores comunes que afectan negativamente la calidad de vida de adultos jóvenes con TDAH
Bienestar Personal
Bienestar Físico
Bienestar Emocional
Bienestar Material
Es importante considerar que el conocimiento sobre la calidad de vida y TDAH en adultos puede ayudar a los profesionales de la salud mental, orientadores, las familias, docentes e instituciones académicas, empresas y organizaciones implicadas con las personas con TDAH, en el desarrollo de modelos, métodos, técnicas y demás recursos, que permitan mejorar la calidad de vida de los adultos con este trastorno.
Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado y precoz
tendrán un impacto positivo con pronóstico a largo plazo en la calidad de vida en adultos con TDAH.
En los adultos con TDAH, algunas acciones impulsivas relacionadas con la falta de habilidades sociales, unidas a las dificultades para mantener la atención y la concentración, los cambios de humor y/o baja tolerancia a la frustración, les hace reaccionar impulsivamente a las críticas y favorece que surjan los conflictos en las relaciones interpersonales, lo que pueden llevarlos al fracaso de sus proyectos laborales o pérdida de sus puestos de trabajo.
La falta de atención, asociada con distracción, falta de organización y falta de memoria es el síntoma más predominante entre los adultos con TDAH.
Un estudio realizado en varios países europeos y norteamericanos mostró como los síntomas asociados con el TDAH en adultos afectan de manera similar a individuos de diferentes países. Los participantes manifestaron tener dificultades en todas sus relaciones sociales, incluyendo las que mantenían con sus compañeros de trabajo. La irritabilidad, la falta de atención y el comunicarse de forma impulsiva, entre otras cosas, contribuyeron a fomentar los malentendidos en sus procesos de interacción social.
El trabajo y la profesión fueron tratados como aspectos muy importantes o incluso como fuente de problemas en su vida diaria.
El TDAH durante la edad adulta puede causar conflictos en las relaciones personales, especialmente en las sentimentales. Las parejas con TDAH tienen más probabilidades de ser olvidadizas, desorganizadas y distraídas debido a déficits en el funcionamiento ejecutivo, poca atención y falta de control de los impulsos, lo que puede hacer que el otro miembro de la pareja se sienta frustrado y aumentar la probabilidad de que la relación fracase.
Además, no solo las personas con TDAH tienen más probabilidades de desarrollar trastornos depresivos, de ansiedad y de abuso de sustancias cuando hay conflictos en sus relaciones sentimentales, sino que las parejas en las que un miembro de la pareja tiene TDAH tienen más probabilidades de sufrir ansiedad, estrés y depresión en comparación con las parejas sin TDAH.
Los estudios realizados en esta área indican que las parejas que se someten a una terapia adecuada describen menos síntomas de TDAH y un mayor conocimiento sobre el trastorno, cómo vivir con él y estrategias para afrontar el TDAH y la relación en la vida cotidiana.
Algunos especialistas destacan el papel que juega el concepto de estigmatización social que va unido al de diagnóstico de TDAH.
Como ejemplo, existen estudios que han revelado que, particularmente en contextos laborales y académicos, los estudiantes universitarios fueron significativamente más reacios a interactuar con los jóvenes adultos con TDAH que con los que tienen otros problemas médicos menores.
Estas conclusiones van unidas a la percepción estereotipada de los problemas de funcionamiento ejecutivo y la incapacidad para concentrarse que tienen las personas con TDAH, características que son perjudiciales en un ambiente laboral.
Existe una necesidad continua por parte del profesorado, profesionales de la salud y todas las personas en general sobre el TDAH; sobre todo en lo que respecta a su etiología y tratamiento, principales áreas donde persisten las falsas ideas que refuerzan el estigma asociado con el TDAH. En las personas adultas con TDAH la falta de conocimiento sobre el trastorno puede afectar en su búsqueda de ayuda.
El Día Internacional del TDAH, celebrado cada 13 de julio, es una oportunidad para recordar que el conocimiento, la comprensión y el apoyo pueden transformar vidas
“El conocimiento es poder. La información es liberadora. La educación es la premisa del progreso, en cada sociedad, en cada familia”
Durante la mayor parte de los más de 200 años de historia de la condición que ahora se conoce como TDAH, se consideraba un trastorno de la infancia. Los especialistas comenzaron a reconocer más ampliamente que el TDAH también puede afectar a los adultos solo en la década de 1990, cuando la evidencia científica mostró que algunas personas continúan experimentando síntomas de TDAH en edad adulta y que puede afectar profundamente sus vidas.
En los últimos 30 años, el TDAH en adultos ha pasado de ser apenas reconocido a un trastorno bien establecido con opciones de tratamiento basadas en la evidencia científica.
Aunque el tratamiento farmacológico sea considerado de primera elección para el TDAH en adultos, los abordajes farmacológicos no siempre son suficientes.
En todos estos casos, las guías clínicas recomiendan un tratamiento multimodal que incluya tratamiento psicológico.
MTA son las siglas por las que se conoce en inglés al estudio sobre tratamiento multimodal del TDAH (Multimodal Treatment of ADHD). Este estudio fue fi nanciado por el Instituto Nacional de la Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) y comenzó en 1997, aunque las primeras publicaciones datan de 1999. Se considera el mayor estudio que se ha realizado sobre el TDAH, ya que aún se publican resultados derivados de su análisis a lo largo de los años y seguimiento de los pacientes.
El MTA nos ha enseñado a pensar a largo plazo con el TDAH, a que el tratamiento que puede ser efectivo hoy, no tiene por qué serlo en unos años. De ahí la importancia del seguimiento
a largo plazo de los pacientes con TDAH y si bien, se mantiene el abordaje multimodal como el abordaje ideal, las pautas farmacológicas y objetivos han de individualizarse en función de las necesidades de cada paciente y cada momento evolutivo. Además, también subraya la importancia de hacer un diagnóstico precoz y de pautar un tratamiento efi caz e individualizado basándose en la situación de cada paciente con el fi n de evitar riesgos mayores en la edad adulta.
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El tratamiento farmacológico es una de las medidas dentro del modelo de tratamiento integral de TDAH que tiene como objetivos, principalmente, aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de las personas con TDAH.
Todos los medicamentos para el TDAH deben ser pautados por un profesional de la salud con capacitación y experiencia en el abordaje diagnóstico terapéutico del TDAH, siendo el responsable en asegurar la adaptación, efectividad y necesidades individuales.
Los medicamentos para el TDAH, permiten una reducción de los síntomas de inatención, impulsividad e hiperactividad, al aumentar los niveles de dopamina y serotonina disponibles.
En España, se comercializan y tienen indicación para adultos, 2 tipos de fármacos:
Ambos tipos de fármacos han demostrado mejoras en la sintomatología del TDAH, correspondiendo al profesional la elección del tipo más adecuado a las características individuales de cada persona.
Antes de que el especialista prescriba cualquier tipo de fármaco, es posible que se tengan que realizar algunas pruebas médicas como un electrocardiograma o mantener controladas la tensión arterial y la frecuencia cardíaca.
Por lo general, la medicación para el control de síntomas se debe ofrecer primero si las manifestaciones del trastorno son moderadas o graves. Hay que tener en cuenta que presentar una sintomatología leve, probablemente tampoco haga que la persona con TDAH acuda al médico. En este caso, se podría valorar con el profesional o con el equipo de profesionales, la terapia psicológica.
En todas las investigaciones, la TCC ha demostrado ser el abordaje más eficaz para el tratamiento psicológico del TDAH en adultos y los síntomas comórbidos de ansiedad y depresión; síntomas que también tienen una importante repercusión funcional en la vida diaria del paciente.
Las terapias conductuales y cognitivo conductuales, parten de la consideración de que la mayor parte de las conductas inadecuadas se adquieren, mantienen y cambian según los mismos principios que regulan las conductas adecuadas.
El objetivo principal de estas intervenciones es producir cambios para mejorar el funcionamiento diario de las personas afectadas, mediante la modificación de su comportamiento y sus relaciones familiares y sociales.
El entrenamiento en habilidades sociales y las intervenciones familiares están diseñados para ayudar a familiares, cuidadores y otras personas del entorno o de referencia, a desarrollar estrategias óptimas para afrontar el comportamiento secundario o coexistente en el TDAH. Con estas intervenciones se busca la mejora de la relación con las personas con TDAH y que ésta se traduzca en una modificación adecuada del comportamiento.
Como el primer paso en un tratamiento muldimodal del TDAH, la psicoeducación permite, a las personas con TDAH y su entorno, entender la base biopsicosocial (incluyendo la base médica) del trastorno.
Las evidencias clínicas de los estudios realizados muestran que los pacientes y personas del entorno que asisten a un programa de psicoeducación aumentan sus conocimientos sobre el TDAH y mejoran la calidad de sus relaciones y su bienestar psicológico.
Las manifestaciones clínicas del TDAH parecen disminuir con el paso del tiempo, de forma especialmente marcada en aquellos casos que reciben tratamiento adecuado. Algunos estudios han estimado que en torno al 70-85% de los niños con TDAH mantienen en la edad adulta síntomas significativos, asociados a deterioro clínico importante.
Aunque se necesitan más estudios que ofrezcan datos sobre las cifras reales de prevalencia en adultos a partir de los 50 años, algunos concluyen que hay razones para creer que la prevalencia disminuye gradualmente con la edad y que el nivel de síntomas de TDAH es significativamente menor en el grupo de edad de 70-80 años que en el grupo de 50-60 años.
Además, para el especialista, tanto el diagnóstico como el tratamiento del TDAH en los mayores pueden resultar más complicados ya que el cuadro clínico se complica cuando los problemas de salud relacionados con la edad aparecen en adultos de mediana o avanzada edad con TDAH.
Las investigaciones que se han realizado en esta población sugieren que las personas mayores con TDAH experimentan síntomas únicos y cambiantes que suelen confundirse con los signos normales del envejecimiento y se superponen con ellos.
De hecho, los síntomas del TDAH pueden aparecer y aumentar después de la mediana edad, especialmente cuando se combinan con el deterioro cognitivo normal relacionado con la edad, el empeoramiento de la salud física y la falta de estructura que suele acompañar a la jubilación.
Pero envejecer con TDAH no es todo negativo, ni mucho menos. Algunas de las personas entrevistadas en investigaciones relacionadas con TDAH en esta franja de edad manifiestan estar pasando por el mejor momento de sus vidas: encontrar una pareja más comprensiva después de un divorcio ha tenido un impacto positivo significativo en la vida de muchas personas, como también lo ha tenido ser activo en su entorno (por ejemplo, ser voluntario en alguna asociación o participar en eventos sociales en un centro para personas mayores cercano).
Establecer un diagnóstico diferencial del TDAH en adultos mayores puede ser un desafío,
ya que muchas afecciones médicas, como la depresión y la pseudodemencia depresiva, el trastorno bipolar, el trastorno de personalidad limítrofe y antisocial, el deterioro cognitivo leve, el deterioro cognitivo vinculado a la menopausia en las mujeres y otros trastornos neurocognitivos y trastornos del sueño, tienen presentaciones similares.
Además, los adultos mayores tienen más probabilidades de recibir medicación para varias afecciones médicas (es decir, polifarmacia), lo que puede afectar el funcionamiento cognitivo de manera similar al TDAH. Finalmente, el envejecimiento cognitivo normal en sí mismo puede parecerse a algunos síntomas del TDAH. Por lo tanto, en adultos mayores deben considerarse también otros trastornos psiquiátricos como posibles causas de síntomas similares al TDAH.
Para una correcta asistencia sanitaria en los adultos mayores, se deben diseñar mejores herramientas diagnósticas y realizar investigaciones exhaustivas sobre la diferencia entre el TDAH y el deterioro cognitivo.
Los estudios de casos muestran que el tratamiento con estimulantes es beneficioso en la vejez. El tratamiento estimulante se ha estudiado en la depresión e incluso en la demencia en adultos mayores y parece seguro con un control del riesgo cardiovascular.
Aunque muchos pacientes mayores de 50 años experimentan efectos beneficiosos del tratamiento farmacológico, el problema de los efectos secundarios y otras complicaciones puede aumentar a un nivel que dificulte el tratamiento farmacológico para el TDAH después de los 65 años.
En pacientes motivados se deben considerar diferentes terapias psicológicas solas o además de la farmacoterapia.
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